miércoles, 28 de octubre de 2009

El dragón dorado y el joven cocinero






Érase una vez la primera hija de los reyes, llamada Belén Jonas. Era una chica angelical; su padre Nicolás y su madre Silvina estaban muy orgullosos de tener una hija así. Su padre, era el rey de Eulándia y una persona rebelde y, eso fue lo que cautivó a su esposa Silvina, que era una chica simpática.
Los reyes, para festejar el nacimiento de la hija tan linda, invitaron a todos sus amigos y al dragón dorado, ya que consideraban que era mejor que esté en el baile, a que luego se enterara que no lo habían invitado.
La fiesta fue todo un éxito, y en ella el dragón bebió mucho. Eso no fue bueno, ya que en un momento se sintió mareado y cayó al piso. Cuando el dragón se levantó y vio que todos estaban riéndose de él, exclamó:

-¡¿Cómo se atreven a reírse de mí; los podría destruir en un segundo?!
El rey respondió: -¡Por favor dragón, no hagas algo de lo cual te arrepientas!
El dragón contestó: -¡Los que se arrepentirán serán ustedes!- En ese momento convirtió a todos los que estaban disfrutando de la fiesta, en ardillas.
El cocinero, había salido y no había sido hechizado. Cuando llegó a la fiesta y descubrió lo que había pasado, el cocinero Lucas se decidió salvar al amor de su vida, la princesa.
Fue pedir ayuda a los ogros del bosque, y así atacar al dragón.
Los ogros le dijeron que no sería posible atacar al dragón, ya que necesitarían armaduras de batalla.
En poco tiempo, se encontraban en una batalla interminable con el dragón dorado, que duró un tiempo en finalizar.
El dragón murió, y la princesa fue rescatada. Entonces el hechizo desapareció.
Los Reyes estaban agradecidos con Lucas por su valentía. Después de un tiempo, la hija de los rayes había crecido, decidió casarse con Lucas y vivieron felices para siempre.

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